Un año más, el servicio de refuerzo educativo que ofrece la Fundación de la Esperanza acoge durante las tardes a varios grupos de alumnos de entre 3 y 24 años.
Hay más de 200 niños, adolescentes y jóvenes que se benefician del servicio, divididos en grupos según la edad y la etapa formativa en la que se encuentran. Los acompañan una treintena de personas voluntarias, que forman equipo con los educadores y las educadoras de los Servicios Educativos.
Para los alumnos y las alumnas, el servicio va más allá del hecho de estar una tarde haciendo deberes y resolviendo dudas. Significa poder estar en un espacio adecuado a las necesidades del estudio, en un ambiente tranquilo donde poder concentrarse. Además, disponer de la ayuda de los voluntarios es especialmente valioso para ellos y ellas, dado que, en muchas ocasiones, sus familiares no han recibido la misma educación o o no dominan tanto el idioma como para ofrecerles apoyo.
Para las personas voluntarias es igualmente beneficioso: les permite participar de un proyecto que promueve la convivencia, la solidaridad y la integración mientras viven una experiencia única, que les aporta aprendizajes que no han adquirido de ninguna otra forma.
Así lo explica Raquel, voluntaria en el grupo de 1º y 2º de la ESO:
Cada semana espero con ilusión que llegue el jueves para compartir la tarde con los niños y los educadores de la Fundación de la Esperanza.
En una sociedad cada vez más individualista, encontrar un espacio de acción donde implicarte personalmente y dedicar tu tiempo a acompañar, escuchar, aprender, reflexionar, disfrutar… ¡Creo que es un auténtico privilegio!
Justine, estudiante de Periodismo y Ciencias Políticas y voluntaria en el grupo de 3º y 4º de la ESO, añade:
Ser voluntaria me ha hecho ver las cosas desde otra perspectiva. Más que ayudar con los deberes, se trata de estar presente, escuchar y acompañar. A veces es un reto, sobre todo cuando están cansados, pero también es gratificante ver cómo aprenden y confían en ti. Es una experiencia que te cambia.
Así, gracias a la implicación de personas como Raquel y Justine, la Fundación puede recibir a centenares de alumnos y alumnas del barrio y ofrecerles la oportunidad de estudiar en un espacio adecuado y con el apoyo de personas que se convierten en referentes para ellos y ellas.