Mercè Serradell tiene una auténtica vocación para ser trabajadora social, a pesar de que todavía le queda un curso para acabar sus estudios universitarios. Durante el pasado otoño, ha sido la primera alumna en prácticas en Atención Social en la Fundación de la Esperanza. Ella se describe a sí misma como una estudiante poco habitual: “Tengo 52 años y soy madre de familia con dos hijos, para mí era todo un reto volver a la universidad y al mundo laboral, pero estoy muy satisfecha” explica. En el momento de escoger sus prácticas “buscaba una oportunidad que me permitiera tener contacto con una atención social directa y de proximidad, y me pareció que la Esperanza encajaba con lo que quería”.
Desde el primer día, Mercè se encontró con la realidad de los usuarios y del trabajo en la Fundación: “Al llegar a la recepción, Manoli me dedicó una bienvenida, y desde entonces me he sentido parte del equipo de trabajadoras sociales en todo momento” asegura. Los meses en que ha estado haciendo prácticas no han sido nada fáciles dada la situación de crisis social que se arrastra por la pandemia, y que está afectando severamente a las personas más vulnerables de la sociedad. En su día a día, Mercè ha estado trabajando codo con codo con los trabajadores sociales haciendo el seguimiento a las familias, entrevistando a nuevos usuarios, dando apoyo al programa CaixaProinfancia CaixaProinfància i participant en el disseny de noves iniciatives com l’espai En Família.
El deber como profesionales
“Las prácticas me han servido para ver la atención social de una manera integral” dice Mercè, que pone el ejemplo de una familia muy joven que ha llegado recientemente desde India y que está pasando por varias dificultades vinculadas a la pobreza y a la exclusión: “Les hemos acompañado, y estoy contenta porque el trabajo está dando resultados y ha generado un cambio en positivo para estas personas, y eso me satisface” asegura.
Pasados los meses de prácticas, continúa vinculada a la Fundación de la Esperanza, ahora colaborando como voluntaria: “En las primeras semanas he estado ayudando a los grupos de conversación con usuarios para mejorar el castellano” explica, una tarea que compagina con las últimas asignaturas y trabajos de la carrera. A finales de junio, Mercè se graduará como futura Trabajadora Social y reflexiona: “Nuestro trabajo es el contacto directo con las personas en situación de vulnerabilidad, pero a la vez creo que también tenemos el deber de alertar sobre los problemas de nuestra sociedad que muchas veces no son visibles”.