Al finalizar el año académico en la Casa de Recés llega el momento de aprovechar para trabajar y hacer ahorros. Aun así se respira un aire especial, tranquilo y distendido.
La Casa siempre funciona con ritmos muy diversos: conviven más de cuarenta mujeres, cada una con sus rutinas y sus planes. Esto hace que cada día sea único, hecho que se acentúa durante esta época del año. Y es que, entre trabajo y ocio, el movimiento es continuo.
El verano es un momento propicio para las mujeres que están formándose, dado que pueden adentrarse en el mundo laboral e iniciar trabajos temporales. En el caso de las mujeres con una situación personal que les impide acceder al mundo laboral, la Casa de Recés ofrece diferentes actividades o salidas de carácter lúdico para generar experiencias positivas y conocer el entorno próximo. Además, estos espacios de ocio facilitan la comunicación e interacción entre las mujeres residentes. Este es un elemento esencial para la convivencia en la Casa de Recés y especialmente en el momento en que llegan nuevas residentes. Es precisamente el caso de este verano, en que se han incorporado nueve mujeres nuevas.
Desde la Fundación se organizan una serie de actividades para acompañar a las residentes en su tiempo libre, como parte de la atención socioeducativa que se les ofrece. Las opciones son muy variadas, y todas buscan la creación de espacios de participación y conocimiento entre las mujeres de la Casa, así como la promoción de un ocio saludable.
Este año, muchas de estas propuestas han acercado a las residentes a la naturaleza del territorio catalán. Bajo el lema Caminem Juntes, pudieron hacer el Camino de Ronda que va desde Vilanova i la Geltrú hasta Sitges. Además, por tercer verano consecutivo, un grupo de seis residentes ha participado en la Transpirenaica Social Solidaria, que recorre el Pirineo desde Navarra hasta cabo de Creus. Una de las participantes hizo la travesía completa, hito que consiguió en treinta y ocho días. El resto recorrieron el camino entre Besalú y La Jonquera. Fueron días de esfuerzo y superación haciendo frente a las pendientes y al fuerte calor.
Durante el mes de julio, seis de las residentes colaboraron como voluntarias en el casal de verano para niños que organizamos en la Fundació de l’Esperança. Una experiencia que consideramos de gran valía como herramienta de empoderamiento, puesto que permite asumir responsabilidades y reconocer el valor personal del trabajo que se lleva a cabo. Además, participar como voluntaria en el casal de verano es especialmente gratificante por su carácter lúdico y educativo.
El verano ha finalizado en la Casa de Recés con una caminata por el Camino de Ronda desde Tossa. Tras esta actividad hemos vuelto a la preparación del calendario para continuar con los procesos formativos, laborales y personales. Muchas de las residentes anhelan finalizar el periodo vacacional e iniciar las rutinas del otoño.